De repente se detuvo. Había tomado la inicaitiva unos segundos atrás. Tomándolo por sorpresa [fierecilla sometida], lo levantó de encima de ella, lo empujó hasta topar con aquel mueble de madera que hacía de tocador. Y entonces tomó control absoluto sobre su persona.
Se detuvo al tenerlo sometido. Debajo de ella, con los ojos cerrados, esperando con un ansia oculta detrás de una paciente quietud, un beso, contacto. Habiéndolo dominado y teniéndolo a su entera disposición para hacerle cual cosa ella deseara. Él jamás abrió los ojos. Sólo se dejaba querer, seducir, llevar por la tormenta erótica que minutos atrás había comenzado a fraguar con alientos sobre su piel, caricias con los labios, y acercamientos descaradamente insinuantes de un contacto cercano.
"Me haces cosquillas, me pones nerviosa"."¡Oh!"-dijo él-"Puedo dejar de hacerlo entonces"."No. Está bien." Respondió ella, "¿Porque me gusta?... ¿Porque me da miedo, pero me gusta?" agregó luego de una pausa. Él continuó recorriendo el valle de su espalda baja.
Estaba sentada al borde de la cama. Sin saber si lo que había hecho estaba bien. O mal. Sabía que lo había disfrutado, y sabía que tuvo el control de la situación todo el tiempo. Pero quizá ahora estaba deseando no haber deseado tanto. La penumbra cubría aquella habitación con un velo suave, disfrazando todas las formas como sombras de diferentes tonos.
Ésa noche se cortó dos dedos mientras lavaba un cuchillo.
Miróle a los ojos y le dijo: "Creo que podemos funcionar, pero no es el momento. No ahora.". Éso le conmovió grandemente. En aquel momento comenzó él entonces a creer. ¿Podría atreverse a entregarse nuevamente, por completo?
Antes de subir, volteó repentinamente y le abrazó con todas sus fuerzas. Fué mágico. Para ella, por tenerlo ahí: entonces. Para él, por saberse querido; necesario.
Había aprendido a suspirar muy parecido a como lo hacía él. "Suspiritos, te voy a poner", le dijo en algúna ocasión mientras guardaban silencio en un estrecho abrazo, luego de que a él se le escapara un profundo respirar. Ahora, ella se encontraba suspirando. Tratando de equilibrar sus emociones: entre un sentimiento extraño de culpa, y el perfumado aroma de la excitación emocional.
Devorávale los labios ansiosamente, mientras el procuraba disfrutar de cada fibra de la boca de ella. De modo desenfrenado ella buscaba ,quizá, extraer de aquiellos labios algún suero que apaciguara ésa ansiedad que le calentaba el vientre y le congelaba los brazos; que convulsionaba su cuerpo en espasmos hormigueantes de una sensación punzante que le recorría las venas. Se notaba evidente esa fuerza torrencial en movimientos cuasi-erráticos de sus brazos.
Que le saciara esas ganas de sentirle. Cuanto antes.
Con voz cálida y de dennotante control, susurróle: "No. Shhh ...tranquilo" mientras él, con una voz quebradiza dejaba escapar un alarido mudo provocado por el intenso placer que sentía. Ella, dominaba la situación.
Finalmente se despidieron. Él con un beso en su mejilla, y ella cerrando los ojos al recibirlo.
Y así sucedió la noche. Y sus estrellas brillaron. Como las luces de ésa enorme ciudad.
Qué hambre daba justo a la mitad de aquellas conversaciones nocturnas.